jueves, 18 de agosto de 2016

Drunk me to the Moon





  El papel pintado de la pared tiene un dibujo psicodélico que me hace recordar a las películas de Kubrik.  Alguien ha arrancado algunos trozos y se ven los desconchones. Te miro desde el vértice de la cama mientras acaricias suavemente mi tobillo y clavas tu pupilas en las mías. Hace calor y de fondo se escuchan las aspas renqueantes de un viejo ventilador que con el poco aire hacen mover un mechón de mi pelo sudado. Cojo un vaso que hay en la mesilla y el tintineo del hielo me saca del sueño. Bebo. Su contenido es dulzón y fresco y se entremezcla con los restos de tu saliva en mi boca. Te ofrezco. Coges el vaso sin dejar de mirarme y humedeces tu dedo en el líquido  viscoso pasándolo por mis labios como bálsamo labial. Tus manos siguen por mis mejillas , rozan mis orejas, hasta mi nuca tirándome suavemente del pelo , me impulsas hacia ti y me partes la boca con un beso. Tu respiración se acelera. Paras. Me miras  jadeante como si no creyeras lo que está ocurriendo y vuelves a estrellarte contra mí.