miércoles, 15 de junio de 2016

Daphne Blasco: Historia de una venganza. Capítulo III





Blasco vivía en una mansión llamada La Llorona, en Santa Fe. Tenía guardas en la puerta con metralletas. Cuando traspasaron  sus muros Daphne  quedó asombrada ante tanto lujo. Enormes jardines llenos de árboles y flores, piscina, canchas de tenis y unas cincuenta personas a las órdenes de la nueva señora Blasco.
-¡Aquí estarás re-bien, mi amor. Te voy a cuidar como nunca, mi güerita! No te hará falta ni salir de la casa.
Daphne se sentía feliz, ser la señora de Blasco le daba poder y eso le gustaba. Atrás quedaron los días de mierda de elefante y siamesas locas. El sexo con Pablito era brutal.  La primera vez dolió, era virgen y Pablito tenía un pene descomunal para medir 1,60. No era feo, tampoco demasiado guapo, pero tenía una labia que engatusaba a cualquiera. Era un tipo temido. Se contaban de él mil batallas. No era trigo limpio y Daphne no tardaría en descubrirlo.
Una noche, dieron una fiesta en La Llorona. Blasco quería presentar a su mujer en sociedad y había invitado a todos los grandes del narco; chulo putas, sicarios  y todo lo mejorcito del valle.  Las botellas de Gran Patrón se  bebían como agua, los mariachis cantaban, algunos daban pistoletazos en el patio gritando: ¡¡¡ Viva México, cabrones!!!... Daphne llevaba un hermoso huipil con llamativos bordados. No había parado de beber tequila y celebrar junto a su marido la dicha de ser su esposa, cuando Pablito la llevó hasta una habitación de la casa. Al abrir la puerta encontró dentro a Rosarito Jones, un narco gringo muy importante al que Pablito le debía unos cuantos favores así que sin más, la empujó hacia el centro del cuarto haciéndola caer sobre la alfombra persa.  Lo último que escuchó Daphne fue: -¡¡Un regalito, es tuya, gringuito!!-, y cerró. Daphne se giró atónita, y en ese instante el gringo le metió un puñetazo en la mejilla con el anillo de la hermandad. Aquella bestia la manoseó, la lamió, se le corrió encima como un cerdo. Durante horas abusó de ella que incluso ya había perdido el conocimiento.
De ese encuentro, y de los demás que planeaba, el padre de Daphne recibiría una gran suma de dinero. El plan de Blasco era prostituirla como al resto de sus chicas,  luego volvería a buscar a otra víctima para hacerle lo mismo. Cuando ya no servían las hacía desaparecer.
Continuará...